26 agosto, 2009

La Meloncalía del Limón

Relato Corto

La Meloncalía del Limón

Y heme aquí que he vuelto a recordar el sabor del camino, el yacer del agotado caminante y el sudor del caminero. Pero sólo hace cinco semanas que volví y me ocurre algo muy extraño.

Tras mi vuelta de La India empecé a percibir el mundo de manera distinta. Las tintas, los colores, los rostros, las apariencias, todos distintos, todos iguales. Los niños eran hombres y mujeres y los geranios de la vecina del cuarto habían muerto. Cuánta amargura en su rostro.

Al volver de la India descubría algo muy raro. Percibía en el ambiente algo que no encajaba. Por un lado, las viejas no se te colaban al ir a pagar en el supermercado,. Además, vi a más de tres hombres en traje pidiendo limosna en la calle y un limón lloraba en su melancolía porque no le habían hecho partícipe de una limonada. Estaba pocho y le habían metido en una bolsa de basura junto a cascaras de huevo, mondas de patata y un tetrabrick vacío de leche.

- Si tú supieras pequeño amigo amarillo de que trataba todo aquello de la limonada. Al menos estás entero. Pocho pero entero hasta la última pepita. No durarás mucho, y el color verde empezará a ser tu fiel compañero, pero al menos no te partieron en dos con el cruel acero ni te estrujaron manos desconocidas contra horribles artilugios plásticos. Vil instrumento de tortura conocido como el "Esprimidor". Algunos que conocí hablaban de aquel aquella inerte herramienta de destrucción como "El Zumero".

[La frase "Hasta la última gota cobra aqui suma importancia"]

Cuando volví de la India me obsesioné con la vida de ese pequeño limón, dos amigos se hicieron a la mar y nunca más supe de ellos. Camino por la calle y la gente me mira con cara rara. O quizá yo les miro con cara rara. No sé que pensar. La marea ya no es la misma, la ración de pulpo escasea y me ha contado un amigo que en un país en el que todo el mundo quiere comprarse una casa, hay un millón de casas vacías. Adonde vamos a parar.

Al volver al pueblo de Villamarcusa, el el Noroeste de Españia, noté que ahora la gente mira sin ver. Compra sin dinero y alimenta su vida de presente y pasado. El futuro puede esperar. El limón sigue en el cubo de la basura. ¿Cuándo se lo llevarán?

En Españia todo es bueno y malo a la vez, el limón sueña con su limonada y la melancolía flota en el aire. ¿Dónde mejor peor que en Españia y olé? Quiero unas tapas y no tengo dinero. En el curro dicen que no se le puede pagar más a los empleados y un director de banco erupta en Marbella la langosta que acaba de ingerir. Algunos limones yacen estrujados junto a su plato. Parece ser que también murieron algunas ostras en aquel almuerzo tan poco sincero.

Las iglesias están vacías ¿habrá limones en las iglesias? Yo recuerdo que al menos una vez al año te dan Palmas. En algunas iglesias, sobre todo aquellas de dejarse ver, daban hasta palmeras. Pero los limones son demasiado melancólicos para las iglesias. Pero el cubo de la basura tampoco es lugar. ¡Ay de tí limón pocho! Nunca sabrás lo que era aquello de la limonada, de lo que tanto oíste hablar aquellos días de verano.

La Melancolía del limón es extraña y sincera a la vez. Cuando volví de la India pasaban cosas raras. Pero tampoco hay ninguna intención de contar con detalle aquellos maravillosos, enigmáticos y erráticos días que rodearon mi vuelta al lugar de partida. Los sucesos fluyen y la luna riela, como en el poema de Esproncesa.

Hay cañones por banda, limones en la cubierta, melacolía en las velas y piratas por todas partes. Ojo avizor buen navegante, el abordaje será salvaje si descuidas tu bolsa y ropajes.

Y hasta aquí llegamos con la Melancolía del limón, historia breve, ácida y en salazón, que como buen bribón y espíritu de ruiseñor despido con una canción.



15 agosto, 2009

Hamlet en el Wyndhams Theatre


El Rey de Dinamarca ha muerto

Ayer estuve en el teatro viendo la obra de teatro de William Shakespeare, Hamlet.

Tras tres horas y media que estuvimos retenidos entre los muros del famoso teatro Windhams, sito junto a la conocida parada londinense de metro de Leicester Square, puedo afirmar y afirmo que sin duda se trata de una acertada adaptación.

En el papel principal de Hamlet, ni más ni menos que Jude Law, actor de películas como Gattaca, A.I., Cold Mountain o El Aviador. Su actuación encarnando al atormentado Hamlet puso un punto de calidad superior al montaje, que en general estuvo para un notable alto.

La escenografía, aunque sencilla, creaba un ambiente muy creíble, con detalles como la nieve que aparece en una de las escenas o el enterramiento de Ophelia, que queda sepultada bajo el mismo escenario.

Aunque no soy un ferviente adorador del teatro, pues rara vez he acudido a representaciones de obras teatrales, la de ayer fue una obra excelente. Un digno precedente del pato que me esperaba en el restaurante Golden Dragon, en el barrio chino de Londres.

Por mencionar a otro de los actores, Peter Eyre fue uno de los más destacados en el papel del Fantasma del padre de Hamlet. El gran registro de entonaciones vocales que usó durante la actuación fue sencillamente magistral. Un actor con letra mayúscula, sin duda.

Una buena obra de teatro, fiel al guión original de Shakespeare y sin idas de olla raras como las vistas en España ultimamente. Está bien adaptar la bora a la actualidad. De hecho, tanto Jude Law como el resto de actores salen vestidos con ropa moderna. Pero sin pasarse de rosca. En España cuando vi anunciado que Blanca Portillo iba a encarnar a Hamlet, pensé para mis adentros: "en verdad España sigue siendo un país muy provinciano". Lo cual me conduce a pensar que en España cada vez más lo que existe es falta de coherencia. Para algunas cosas somos los primeros en Europa y para otras... mejor no pensarlo.


En fin, Esta es la cabecera anunciando la obra que se puede leer en la página web del teatro:

The King of Denmark is dead.

Consumed with grief, Prince Hamlet determines to avenge his father’s apparent murder, with devastating consequences for his family and the kingdom.

Michael Grandage directs Jude Law as Hamlet in Shakespeare’s iconic revenge tragedy.




01 agosto, 2009

Ayer soñé que me comía un chuletón


Fragmentos literarios entre la ficción y la realidad

Voy a coger un papel. Voy a ponerme a escribir. Y que arda Roma. Sin Santiago, patrono de las fiestas en Santander. ¡Qué vivan las casetas! Al fin algo de color en una de las ciudades más aburridas en cuanto a Fiestas veraniegas se refiere. Tampoco tiene que llegar a Ibiza, ciudad del error y la perdición. Nunca iré a la isla, es uno de los lugares menos atractivos como destino vacacional.

Y hoy voy a coger un tren para irme de viaje a la campiña inglesa. Voy a ponerme a escribir. Al fin un poco de descansar, y un menos de trabajar. ¿Hay cabida para el sentido común dentro del marketing? Supongo que sí y no. Cada uno sabe lo que sabe y tiene lo que retiene.

Además, voy a comer un buen plato. Un plato de cuchara. Preparados, listos, ya. ¡A jalar! Palabra poco recomendable en un castellano correcto pero muy visual. Al fin dejaré atrás una semana de "sanguis", "frai chiquens" y ensaladas de "Alfalfa". Al fin podré ir a un buen restaurante y decirles: "Abuela, esto está de muerte". Un plato de cuchara...el valor que cobran las cosas en el país de la "No comida". Hasta los invisibles filetucos de pollo del Castillo se me aparecen en sueños como suculentas viandas, acompañados de ensalada y macarrones con tomate.

Y encima este año me pierdo las casetas... con lo que a mi me gusta lo de los pinchos.

Por lo menos mañana tenemos Festival del Pueblo, no es lo mismo, pero al menos me consuela pasearme por las 200 casetucas que pondrán con comida de todos lados. Gran felicidad la del que aprecia la comida de verdad, aunque para eso haga falta comer de todo. En la comparación está la medida y el valor de las cosas.

Pero hoy voy a comer en un restaurante. Un poco de esto, un poco de lo otro, más salsa camarero, siempre por favor y gracias y perdón por si acaso. Inglaterra es de los pocos países en los que cuando te pisan pides perdón.

- Sorry, caballero, por poner mi pie justo en la trayectoria del suyo. Le pido disculpas por haberme tenido que pisar.

De locos. O quizá se hayan pasado con tanto formalismo.

Voy a ir a la campiña inglesa. Voy a viajar en tren y a relajarme después de una semana de mucho trabajo y de trabajar con entradas de todo tipo. Hasta sueño con entradas. Pero las entradas hoy las dejo en casa. Hoy voy a ir a la campiña inglesa. A disfrutar de la lluvia y el mal tiempo. Porque disfrutar del sol, imposible. Las borrascas y las bajas presiones son vecinas habituales de la pérfida albión.

Y comeré bien, descansaré mejor e iré ¿adónde? Pues a la campiña inglesa, lejos de la gran urbe londinense.

Como colofón, contarles, queridos parraquianos, que ya tuiteo en el twitter. Divino confuso futuro.



Carlos Oleaga