Después de un fin de semana de vacaciones en el norte de Palencia, y de haber disfrutado de una de las cosas que más me gustan (léase comer y beber), debería estar más feliz que unas pascuas. Y no es que esté triste ni mucho menos. Sin embargo, la felicidad del momento no ha sido completa del todo. ¿Quién mide el nivel de felicidad necesario para vivir?
He decidido usar este días como jornada de reflexión, de análisis. Observando a la gente este fin de semana, me asaltaban distintas preguntas: ¿Se puede ser bueno y malo a la vez?, ¿hay personas buenas?, ¿realmente las hay malas?
Las personas son imperfectas, debido a la imperfección de la existencia. Existir para morir es, a todas luces, un hecho imperfecto. También lo sería nacer y no morir nunca, de ese modo no tendría sentido ni la existencia misma. No creo tampoco que existan personas con una naturaleza malvada, o una naturaleza extremadamente bondadosa. Nos movemos en una línea oscilante entre una cosa y la otra.
Al relacionar todos estos temas con la larga lista de mujeres asesinadas que llevamos desde enero de 2007, empecé a darme cuenta de una cosa -que apenas estaba percibiendo- y era que a casi nadie le importa un comino el problema de violencia de género, a no ser que les toque de cerca.
Despúes de cuatro meses de observar, durante comidas y cenas, la reacción de las personas que me rodeaban cuando salía una noticia de este tipo, me quedó clara una cosa. La desensibilización que produce en los televidentes la exposición repetida a estos temas es más que patente. El tema de la mujer asesinada, se ha hecho cotidiano, convive con nosotros y ya no causa tanta conmoción. ¿Qué tipo de responsabilidad tienen los medios de comunicación ante esto?¿Es tan grande la falta de compromiso dentro de la sociedad?¿Preferimos coger el saco de alflfa y mirar a otro lado?
Realmente me parece increíble todo este tipo de situaciones. Si por un lado, la mujer ha dado una paso adelante en la igualdad y la gente joven parece ser más consciente de la igualdad de género, que debe existir entre hombres y mujeres, por otro lado los hijos de la caja tonta estamos siendo desensibilizados de tal manera, que el peligro que se nos viene encima es apenas perceptible. La televisión, y en menor medida los periódicos y resvistas, están desensibilizando a una población que cuando ve escenas crudas, pone cara de pena medio segundo, mastica el filete, da un trago al vino y sigue comiendo al compás de la canción del verano.
Mientras tanto, queremos salvar a las ballenas y que no se derritan los polos. Las películas cada vez son más reales y los telediarios se convierten en la serie de ficción más vista de la semana. El pez grande se come al chico, para vomitarlo y volverlo a engullir.
Bendita sociedad aquella que mira para otro lado, y sin saberlo, sentencia su propia vida.
¿Se hará realidad algún día lo que dictan los sueños?¿Queda alguién a quíen le importe algo eso?
Venga, me freno que sino el sermón sería demasiado somnífero.
Un saludo nocturno,
Carlos Oleaga
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