Sobre Futuro toca hablar hoy.
Está de moda.
La gente pierde la realidad del presente hablando del futuro. Es tan rápido el ataque que los medios hacen a la masa y pasa tan desapercibido, que estamos inmersos en la espiral de la velocidad. Nuestras vidas se aceleran de tal forma (sobre todo en las ciudades grandes) que pueden pasar cinco años en la vida de una persona sin apenas inmutarse.
El presente es un compañero solitario de la sociedad actual.
Casi todas las decisiones, las reflexiones, las conversaciones... son en futuro. Hemos aprendido a vivir en el futuro, y los anhelos, los sueños y los sentimientos hace tiempo que caminan en avances temporales de nuestra realidad de presente.
Una de las mejores preguntas que escuché de pequeño era esa de ¿qué quieres ser de mayor? La verdad es que nunca supe muy bien que contestar. Había tantas cosas que me gustaban... y que aún me gustan. Pienso que cerrar el pensamiento a un único campo es un error. El humanismo es un valor, si bien no en boga en el siglo XXI, con el que construir una persona. El humanista es a aquel que puede manejar distintos campos de actuación entre las ciencias y las artes. Y de ese modo comprender mejor el mundo en el que vive y de paso a las personas que habitan ese universo.
Por lo tanto no creo que tenga ninguna preferencia de futuro. Seguiré el camino que sea más interesante para mis intereses, para mi cabeza y para mi estómago. Esto no quiere decir, ni mucho menos, que pase de todo. Sí se lo que no me gusta, o los trabajos que he borrado de mi lista personal de trabajos.
Nunca volveré a trabajar en un bar. A no ser que sea mio, claro.
Entre los destinos barajados, el 2008 y parte de 2009 está inmóvil, ocupado por la ciudad ambigua, Salamanca, la cuál acumula sabiduría e ignorancia en altas e iguales proporciones, cosa muy curiosa esta. Más allá el futuro puede estar en Inglaterra, Estados Unidos, Sudamérica o seguir en Salamanca. También puede haber alguna opción de volver a la tierra madre del norte, aunque no me haga demasiada gracia, la verdad.
Por lo tanto, en esta época oscura en la que nos toca vivir, en esta sociedad medieval informatizada, no nos queda más remedio que seguir desarrollando nuestro pensamiento, a la espera de tiempos mejores. Como una goleta que espera el paso de la tempestad para continuar su camino, así pasa uno la vida en la ciudad de la catedral y la plaza mayor.
A la espera de tiempos mejores, que sonrían a los hombres de pensamiento y maldigan a los incultos y a los ignorantes, y no me refiero con ello a la gente que no haya tenido oportunidades en la vida, sino a los que prefieren el camino de la ignorancia para progresar, o aquellos que nos prestan atención ni a las artes ni a las ciencias, y se conforman con sabidurías mundanas.
Un saludo de presente, de antirutina,
Está de moda.
La gente pierde la realidad del presente hablando del futuro. Es tan rápido el ataque que los medios hacen a la masa y pasa tan desapercibido, que estamos inmersos en la espiral de la velocidad. Nuestras vidas se aceleran de tal forma (sobre todo en las ciudades grandes) que pueden pasar cinco años en la vida de una persona sin apenas inmutarse.
El presente es un compañero solitario de la sociedad actual.
Casi todas las decisiones, las reflexiones, las conversaciones... son en futuro. Hemos aprendido a vivir en el futuro, y los anhelos, los sueños y los sentimientos hace tiempo que caminan en avances temporales de nuestra realidad de presente.
Una de las mejores preguntas que escuché de pequeño era esa de ¿qué quieres ser de mayor? La verdad es que nunca supe muy bien que contestar. Había tantas cosas que me gustaban... y que aún me gustan. Pienso que cerrar el pensamiento a un único campo es un error. El humanismo es un valor, si bien no en boga en el siglo XXI, con el que construir una persona. El humanista es a aquel que puede manejar distintos campos de actuación entre las ciencias y las artes. Y de ese modo comprender mejor el mundo en el que vive y de paso a las personas que habitan ese universo.
Por lo tanto no creo que tenga ninguna preferencia de futuro. Seguiré el camino que sea más interesante para mis intereses, para mi cabeza y para mi estómago. Esto no quiere decir, ni mucho menos, que pase de todo. Sí se lo que no me gusta, o los trabajos que he borrado de mi lista personal de trabajos.
Nunca volveré a trabajar en un bar. A no ser que sea mio, claro.
Entre los destinos barajados, el 2008 y parte de 2009 está inmóvil, ocupado por la ciudad ambigua, Salamanca, la cuál acumula sabiduría e ignorancia en altas e iguales proporciones, cosa muy curiosa esta. Más allá el futuro puede estar en Inglaterra, Estados Unidos, Sudamérica o seguir en Salamanca. También puede haber alguna opción de volver a la tierra madre del norte, aunque no me haga demasiada gracia, la verdad.
Por lo tanto, en esta época oscura en la que nos toca vivir, en esta sociedad medieval informatizada, no nos queda más remedio que seguir desarrollando nuestro pensamiento, a la espera de tiempos mejores. Como una goleta que espera el paso de la tempestad para continuar su camino, así pasa uno la vida en la ciudad de la catedral y la plaza mayor.
A la espera de tiempos mejores, que sonrían a los hombres de pensamiento y maldigan a los incultos y a los ignorantes, y no me refiero con ello a la gente que no haya tenido oportunidades en la vida, sino a los que prefieren el camino de la ignorancia para progresar, o aquellos que nos prestan atención ni a las artes ni a las ciencias, y se conforman con sabidurías mundanas.
Un saludo de presente, de antirutina,
Carlos Oleaga
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