Todos los septiembres son como el comienzo del año para el estudiante, el escolar, el investigador, el profesor, el conserje y la secretaria de facultad, amigos todos.
Septiembre tiene algo de especial. Nuevas vibraciones en los caminos de la ciudad de Salamanca.
Es el inicio de una nueva campaña escolar de diez meses en la que al final sólo importa el principio y el final. Llegar a Julio sano y salvo, tras meses de fiestas, estudio, exámenes y quejarse sin parar del sistema educativo, que no nos engañemos, no es lo mejor que pudiera ser, pero seguramente estemos en Salamanca mucho mejor que en la mayoría de sitios del exterior.
Así que como cada septiembre, voy a ponerme a reescribir los diversos poemas perdidos en mi disco duro, cuadernos y hojas sueltas, así como proponer nuevas versiones de lo poemas que aguardan en el futuro.
A ver si de este modo, poco a poco, paso de mal escritor a escritor regular.
En consecuencia, la idea de escribir bien, quedará más próxima y se empezará a vislumbrar en lontananza. Como colofón diré que la novela está estancada, los esféricos siguen sin un rumbo definitivo y veremos si este invierno consiguen llegar a buen puerto.
Aquí está la nueva "poemificación" que trae septiembre:
Comencé a caminar
He comenzado a bordear las calles
A saltar en charcos secos
A correr en la violenta noche
A dirigir tus sentimientos olvidados.
Verano atrás, otoño incipiente de oro
Nuevos dogmas y nuevas creencias.
Dame una idea para volverme invisible
Dame un corazón al que poder dar razón
Dame una esencia que no pueda quitarse
Define la senda que no pueda caminarse.
Verano atrás, futuro incipiento y rojo
Nuevos pensamientos y nuevas convicciones
Volveré a descubrir esferas olvidadas
Un color que desafie su estabilidad
Una dirección que las de sentido
Un destino que no las haga encallar.
Un poémico saludo,
Carlos Oleaga
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