¿Por qué Postmodernismo? No estaremos equivocados nosotros y los que pensamos ignorantes son los grandes heraldos de la verdad. La verdad se pregona todos los días en las alcantarillas y los hospitales, pero nunca llega hasta los edificios de cristal que surcan los cielos en las grandes aglomereraciones de masa humana, que llamamos ciudades.
Me considero bastante ignorante, y sin embargo a veces parece que me siento sólo al dialogar sobre filosofía. Igual todos son más listos desde su sencillez de fútbol, toros y chuletón. Aunque ha esa última sencillez vital, ya llevo abonado unos cuantos años.
Pongamos un ejemplo para enterarnos mejor:
Acudí recientemente a una feria de arte en la que había una instalación con cuatro cuadros en los que entre el cristal y la parte posterior, en ese espacio, se habían introducido piedras, dotándoles de un significado figurado, con una simbología subyacente que bien hubiera dado para escribir un par de folios al hombre docto en arte, ética y estética. Uno de los cuadros tenía el cristal roto, y las piedras se habían colocado de manera estratégica junto al cuadro creando una alteración en la serie de cuatro cuadros. Esto obviamente era obra del artista que había dispuesto el espacio de esa manera.
Lo bueno viene sin embago ahora, cuando una señora mayor, que visitaba la esposición, apuntó en una frase las mejores palabras de los últimos meses: !Anda, este artista tiene un cuadro roto¡
En un principio hubieramos pensado que la buena e inocente anciana no entiende el arte moderno, es una inculta o simplemente no ha captado el sentido de la obra.
Pero, Pero, Pero. Y repito muchas veces pero, para centrar la atención del lector. Acaso no es cierto que la señora está más cerca de la verdad, que nosotros de ella. Pues bien es sabido, que si observamos el cuadro, nadie podrá decir que no está roto, porque la verdad es que está roto, con las piedras en el suelo, y los cristales fragmentados. Y aún hay más, porque no es que sólamente esté roto, sino que además, alguien lo ha roto. Y esa verdad, llega desde Londres a Moscú y se puede dar la vuelta siete veces a la tierra, que seguirá estando roto.
Entonces, ¿por qué no admitimos la verdad?¿acaso ha caído en desuso y a nadie le importa? A veces parece que mentirse a uno mismo conduce de bruces hacia la severa verdad. Y también sucede que buscando la verdad nos encontramos con el engaño y la mentira.
¿Estamos quizá idolatrando a un becerro de oro latente en nuestras conciencias?
Seguro que la larga noche de reflexiones me aportará alguna respuesta.
"A veces, rebuscando en las basuras de lo absurdo, encontramos porciones de realidad más intensas de lo que se podía pensar a priori por su apariencia"
Carlos Oleaga
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