Coches voladores, civilizaciones del futuro, megaciudades robotizadas... todos ellos parte de un pensamiento de modernidad, que sin embargo parece que empieza a quedarse atrasado en sus predicciones. A nadie se le ocurriría hoy en día crear una película de ciencia ficción que se desarrollara en el año 2019. Sin embargo, ese año es el que figura en la acción que discurre en la película de Ridley Scott, Blade Runner. ¿Cómo puede ser posible que se quedaran tan cortos en sus previsiones?
Parece que hemos avanzado rápidamente en nuestra concepciones. La velocidad de la información se ha disparado hoy en día, a velocidades superiores a la de la luz. Pero nadie dudaría hoy en día en situar Blade Runner en un universo de dentro de miles de años, y no dentro de doce. Hemos avanzado muy rápido y sin embargo nos hemos quedado cortos. Ni coches voladores, ni sirvientes robotizados, y mucho menos replicantes.
¿Dónde ha quedado el mito que llevaban en su imaginación tantos y tantos autores? Seguramente nuestra evolución vaya más lenta de lo que ellos predijeron. No obstante nuestro pensamiento ha evolucionado a ritmo de vértigo, pues en pocos años hemos podido constatar que el avance hacia el futuro no era ni tan rápido, ni tan cercano.
El siglo XXI avanza dentro de un mar de confusión, movido por una corriente que nos transporta hacia tierras desconocidas, donde la originalidad y "lo nuevo", son copias de copias anteriores. Aún así, dejemos la visión negativo para las plañideras y centrémonos en el estudio del presente y del futuro, ya que siempre habrá tiempo para sollozos y llantos. "El sufrimiento es lo único constante en la vida". Bien, olvidémonos de él. Pongamos rumbo a otras playas.
Y la pregunta del millón es: ¿Cuándo llegará ese punto de inflexión que vuelva a hinchar las velas de la creación?¿Cuándo volveremos a navegar libres de confusión?
La primera tarea sería averiguar si esto es cosa de un hombre, de varios, o de una gran masa. Segundo tarea, descifrar que podemos aportar para que se produzca el cambio, sin recurrir a argumentos anteriores. Y tercero, cuándo y dónde se darán las condiciones que propicien el cambio. Supongo que el mundo de la comunicación tendrá un gran papel que jugar dentro de todo esto, e Internet sin duda, uno de sus vehículos.
Ante todo, también se debería buscar la forma de comenzar a pensar de otra forma. Aunque no es fácil claro. La estructura familiar arrasada, la iglesia de capa caída acompañada de las consecuentes crisis de fe generalizadas en la desconfianza, el sistema monetario que nos rige y controla. ¿Deberíamos alejarnos de la sociedad? Supongo que no, la referencia sobre esta se perdería y como vamos a hablar de la sociedad sino estamos dentro de ella. Es como hablar del amor sin haber sentido antes alguna clase de sentimiento afectivo.
Por lo tanto, llega la hora de ponernos a pensar en cómo solucionaremos esta papelete, porque aunque el mundo avance -algo estaremos haciendo bien- la confusión reinante tiene que llegar a su fin algún día. Nada permanece inmutable, el mundo es movimiento, y tras la confusión llegará la calma. Por eso, pongámonos a pensar en ello, reflexionemos y empezemos a escribir y desarrollar todas las hipétesis que nos saquen de este atolladero.Yo ya he comenzado, el camino se hace al andar y yo ya me he puesto las botas.
Carlos Oleaga
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