22 febrero, 2007

El baile de disfraces

Aunque bien podría hablaros hoy de los Bosones de Gauge o de los Bosones hipotéticos como el gravitón, creo que os contaré una historia más real de la que saquemos algo en limpio.

Hoy os hablaré de máscaras, de disfraces, y de armaduras. Ya que acaba de terminar el carnaval (al menos en Salamanca), si es que alguna vez lo hubo, es bueno hablar un poco de disfraces y de máscaras y de armaduras también.

Veamos los tres términos con detenimiento según la RAE:

MASCARA:
1. f. Figura que representa un rostro humano, de animal o puramente imaginario, con la que una persona puede cubrirse la cara para no ser reconocida, tomar el aspecto de otra o practicar ciertas actividades escénicas o rituales.

DISFRAZ:
1. m. Artificio que se usa para desfigurar algo con el fin de que no sea conocido. Simulación para dar a entender algo distinto de lo que se siente.

ARMADURA:
1. f. Conjunto de armas con que se revestían para su defensa los que iban a combatir.


Por lo tanto, según mi imperfecta opinión, podríamos adoptar estos términos y personificarlos en barreras o barricadas que nosotros mismos establecemos con el mundo exterior, unas veces por seguridad, otras por avanzar hacia el miedo y querer protegerse de el, de lo desconocido; y otras simplemente porque una vez conocido el miedo, no queremos volver a verlo.

Hay distintos tipos de personas también. Unas llevan máscara, otras disfraz y algunas armadura. A partir de aquí se admiten todas las combinaciones posibles entre difraces, armaduras y máscaras.

Según esto, veo la máscara como aquel elemento que nos protege en las conversaciones con otras personas, incluso cuando son personas conocidas, todo depende del nivel de máscara, las hay tipo antifaz y también caretas de cara entera. A mi, personalmente me encanta los antifaces negros. En cuanto al disfraz, nos sirve para crear un falso personaje, distinto al que realmente somos. Con esto protegemos nuestro verdadero yo, nuestra persona, que queda oculta en otro plano que no se muestra. Aparentamos ser personas de principios abiertos, extrovertidas, que enseguida se abren para darlo todo, y esto no está ni más ni menos que bastante lejos de la realidad, pues muestran un personaje interesante, pero que nunca llega a desvelar secretos que puedan llegar a ver más allá de la superficie del disfraz. Normalmente, casi todos solemos llevar un disfraz, pero al igual que las máscaras tiene su nivel de espesor, por decirlo de algún modo.

Hay personas a las que el disfraz les dura solo un breve espacio de tiempo hasta que ganan confianza con las personas con las que departen. Otras tienen un disfraz mucho más longevo y pueden mostrarse sólo a intervalos de tiempo y cada mucho tiempo. También los hay del tipo hombre-disfraz. Tan bien diseñado está el disfraz y tan cómodo sienta, que se adopta como piel. Se vive una vida de disfraz, en la que nuestro verdadero yo se retira del juego y se queda en un segundo plano. El verdadero yo sería el disfraz, aunque por el hecho de ser disfraz, nunca será algo real, por lo tanto el dolor, la tristeza y el sufrimiento nunca serán reales tampoco. Tampoco será real la felicidad, pero hay personas que se sienten cómodas de este modo. Aunque muchas personas de este tipo también esperan que llegue alguién que les quite el disfraz y les invite a soñar una nueva realidad, cosa que de suceder, sería alguna suerte de milagro moderno.

Y por último tenemos la armadura, aquella que nos protege del combate. Normalmente la gente que lleva una armadura en torno a su persona suele ser gente que oculta bajo la coraza cicatrices y cortes, los cuales en algunas personas a pesar de haberse cerrado aún duelen en el interior. La armadura hace que estemos protegidos ante golpes, que bien podrían producirnos nuevos cortes o hacer que las heridas cerradas se volvieran a abrir. Dentro de las armaduras, la más usada es la que recubre al corazón, músculo basculante y bomba por la que fluye toda nuestra gasolina. El corazón suele estar recubierta por una gorda coraza, que suele ser mucho más pequeña en nuestra etapa de adolescencia, pero que con la llegada a la etapa adulta va haciéndose más dura y gruesa, salvo raras excepciones, dignas de la más elegante envidia.


Pero, ¿quién anda realmente detrás de las máscaras, los disfraces y las armaduras? Es una buena pregunta sobre la que llevo reflexionando. En una canción de Macaco dice: "máscaras pa fuera, tu interior es de oro, pensamiento libre..." Aún no comprendo muy bien adonde queremos ir sin máscara, ni adonde podemos llegar con ella. Además, podríamos por ejemplo usar una máscara para unas personas y para otras quitárnosla.

Un tema tan cargado de información y de debate se merecería una buena tertulia, eso por supuesto. Así que, gentes de la ciudad culta (dudoso) y limpia, si queréis algun día montar la tertulia, tenemos carrete para unas cuantas horas.

Por supuesto, traer vuestros mejores disfraces y las más elegantes máscaras, haremos un gran baile de disfraces.


Carlos Oleaga

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