Y llegamos un día como ayer al pequeño pueblo de Valdesangil, vecino del mayor Bejar, ciudad textil por excelencia en la provincia charra.
Valdesangil, es refugio obligado a todos los escaladores que no tienen ni coche ni carnet de conducir. Así que cumpliendo con la norma de no tener ni coche ni carnet, la única opción es Valdesangil, una pequeña escuela de escalada deportiva de granito, justo enfrente de Hoyamoros por un lado, y de La Covatilla (estación de esqui de Bejar), por otro.
Así que el día de ayer transcurrió a los pies de los bloques de granito de Valdesangil, con un tiempo bastante desapacible y un termo lleno de caldo de pollo, en compañía de Fernando Sánchez, un compañero de universidad que empezó hace poco a escalar pero muestra gran entusiasmo por aprender y mejorar el grado. También nos acompañaron dos chicas brasileñas, estudiantes de intercambio en Salamanca, que querían ver la nieve y conocer Bejar.
Así que el día transcurrió tranquilo, y tranquila fue nuestra escalada, un par de cuartos, un quinto, un par de bolos de boulder, y un sexto de chimenea para terminar. La pena fue que el frío que hacía, la humedad de la roca y la gran abundancia de líquenes y musgo, dificultaban la escalada dejándonos un poco a favor de la opción "papeo más largo", "escalada de pequeños boulders", y "toma de fotografías". En cuanto a la gente, parecía que el día de ayer, su frío y sus nubes, no convencieron a demasiada gente para venir a esta escuela de escalada, en la que siempre hay un par de cordadas escalando.
Con todo, la experiencia fue fantástia una vez más, y nos volvimos para Salamanca a media tarde para decansar, después de un día de pateada y escalada.
Os dejo una canción para escuchar, la cual siempre me recuerda a alguien, a la cual tengo presente cuando voy a escalar a Valdesangil.
Katatonia - My Twin
Carlos Oleaga
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