04 enero, 2007

Prensa de capa caída


La prensa, tal y cómo la conocemos hoy empieza a caer en un lento tobogán, que parece, no se detiene ni para coger aire. La velocidad de la información, acelerada desde hace años, hasta niveles máximos, y el aúge de las nuevas tecnologías, hacen que la prensa escrita, los periódicos, estén en declive.

Y no sólo es la prensa la que está sufriendo transformaciones. La vida misma de las personas, cada vez se vuelve más indiviudalista, presionada además por una fuerte competitividad social, que nos impulsa hacia rápidos cambios en las estructuras familiares, de diversos índoles, pero muy significativos. ¿Dónde acabará todo esto? Esa es la gran pregunta que mucha gente se está haciendo, porque la desmembración y escisión familiar conducen a un terreno nunca antes explorado y que supondrán muchos rompederos de cabeza, de eso estoy seguro.

Todo esto viene a raíz de un artículo que leí en la tarde de ayer en la página digital del New York Times. El artículo está firmado por David Carr y se títula: "The lonely newspaper reader" ("El solitario lector de prensa").

En el citado artículo, Carr hace una revisión a la vida que el vivió como niño y adolescente en su familia en comparación con la vida que tiene el actualemente, con su propia familia, formada por su mujer, tres hijas y el mismo.

La comparación me pareció un buen símil para comprobar la aceleración social de la vida de las personas, que cada vez necesitan más tiempo para ellas mismas y cada vez tienen menos tiempo para estar con las personas que les quieren (bueno, o eso pensamos). También observamos cómo la entrada de nuevas tecnologías empieza a suplantar a la prensa. De ahí, que cada vez haya un interés menos en muchas personas por la información del mundo diaria. La gran mayoría de nosotros ni siquiera conoce la realidad de su país, como para conocer ya la del mundo. Sin embargo, a todos nos encanta hablar del mundo y contar nuestro punto de vista.

Carr nos habla de su niñez en los años 60, cuando su padre leía diversos periódicos de pie en la cocina, y el resto de la familia se sentaba en torno a la mesa, a disfrutar del desayuno diario. El, al igual que sus hermanos querían llegar a tener la edad para desayunar de pie en la cocina y leer aquellos periódicos con el mismo interés con el que lo hacía su padre.


Por lo tanto, se planteaba un modelo del padre (válido o no) , como una guía que seguir para llegar a ser como nuestros padres. Había un deseo de aprendizaje, o un intento de evolución.
Continúa diciendo David Carr, que actualmente, su mujer nunca desayuna con él porque debe atravesar toda la ciudad para llegar al trabajo y no le da tiempo. Eso si, siempre lleva el "ipod" a mano. Su hija tampoco desayuna, porque la mayor parte de los días se queda en casas de amigas a dormir. Y su hija pequeña es la única que le concede cinco minutos en el desayuno para correr después a encender el laptop para conectarse al Disney Channel.

Ahora mismo, el único que lee periódicos en su casa, es él, sentado a la mesa, solo. La prensa que él lee habitualmente ya no es lo que era y su periódico favorito acaba de ser vendido a un super empresa de medios de comunicación, lo cual será bueno, pero también muy malo, ya que se pierde la independencia de ideas, subyagadas ahora a las de la super empresa. La prensa empieza a caer a nuestros pies, rendida y asfixiada. Algunos dicen que por el acance de internet, otros hablan de otras posibles causas conjugadas entre ellas. Lo cierto es que la tendencia no indica nada bueno.

¿Es realmente esto lo que nos espera a la gente?. La gente que se supone, heredaremos el futuro.

Demasiado negro se pinta desde el punto de vista de Carr, pero en España ya empieza a ocurrir mucho de esto en gran número de domicilios, sobre todo en aquellos de ciudades grandes.
A un gran número de familias sólo les importa una cosa, y esa es que llegue el dinero a casas como una manguera que los riegue con euros. A veces, esto conlleva el pagar un alto precio en otro terreno: Padres que no soportan a los hijos, hijos que no prestan la menor atención a los padres (sus nuevos padres son internet y playstation), padres que no se soportan entre ellos (y que a pesar de no soportarse siguen juntos) e hijos que quieren menos a sus hermanos que a su nuevo videojuego, el cúal les conferirá un prestigio dentro de su grupo de amigos que les hará situarse por encima en el ranking de prestigio social.


Muy complicada la sociedad, muy complicada la transformación familiar...
...y la prensa de capa caída.

¿Qué más quedará por llover en la viña del señor?.
Solo dios sabe lo que se avecina.

Así que vivamos y descubramos.



Carlos Oleaga

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