08 marzo, 2007

¿Adaptación o rebelión?

Cuando nos enfrentamos a un sistema de vida como el nuestro podemos distinguir claramente dos tipos de personas, unas a las que les gusta el sistema en el que vivimos (mayormente capitalista) y otras a las que no les gusta. Creo pensar que estoy más cerca del segundo grupo aunque actualmente con los veloces tiempos en los que vivimos ¿quién puede estar completamente seguro de algo?

En el segundo grupo, de la variedad de grupos y personas se distinguen otros dos claramente, bueno, quizás tres. El primero sería aquel que se resigna, agacha la cabeza, le colocan las orejeras del burro y continúa adelante sin querer saber nada de nada ni de nadie. Este tipo de personas suelen ser los más resentidos, los burning alive. Pero lo que a mi me interesa son los otros dos tipos de personas, así que pasemos a ellos sin más dilaciones.

El segundo grupo son los que se rebelan contra el sistema, gente que dijo: hasta aquí hemos llegado. Tratan de cambiar el sistema desde abajo, creen que desde abajo podrán llegar a concienciar a un pequeño grupo de personas y este a su vez hará lo mismo con otros grupos. Esperan una revolución desde abajo. Aunque la idea de una revolución desde la base no es nueva, si que actualmente presenta numerosos problemas. El primero de ellos es el individualismo en el que vivimos inmersos, que no hace posible llevar a cabo actos comunitarios más allá del propio beneficio de la persona, salvando las pocas excepciones dignas de admiración, pues son rara avis.

Pero estas personas que se rebelan contra el sistema siguen viviendo dentro del mismo sistema, que como hemos dicho antes es mayormente capitalista. Siguen bebiendo sus colas, sus alimentos, bebiendo sus cervezas y comprando sus zapatillas y sus pantalones vaqueros. Todos sabemos de donde vienen las zapatillas, como se fabrica la Cola-Coca o quien cose los vaqueros que luego vende Lepis. ¿Si hay que rebelarse, porque seguimos tragando la ponzoñosa sopa?¿Porqué estudiamos en un sistema que no nos gusta? Creo que en España nos gusta mucho quejarnos, decirle grandes verdades al viento sur y esconder la mano cuando atizamos con el garrote. Por eso mismo creo coincidir más con un tercer tipo de personas, aunque sería bonito creer que la rebelión puede ser posible según los canones de los siglos XIX y XX. Creo en la revolución, pero de otra manera.

Para el tercer tipo de personas (dentro de los miles de tipos de personas que existen en el mundo) los conceptos de revolución marxistas de cambio profundo de la sociedad, la economía, la política y el sistema de producción producen también cambios en toda la superestructura y son impulsadas por la masa social. Para mí (como para muchos otros) hablar de masa es hablar de algo muy complicado. La masas decide que quiere revolución, hasta aquí perfecto: vamos a la revolución, pero ¿qué ocurre con las minorías que prefieren o deciden no acudir a la revolución?

Me parece que el pensamiento marxista es un tipo de pensamiento de análisis, es una teoría que analizó perfectamente la situación de una época y que debió quedarse en eso, en teoría de análisis político de la que aprender. Por supuesto que podemos aplicar muchas cosas a nuestra sociedad del pensamiento marxista, pero la total aplicación creo que tiene poco sentido, pues una teoría diseñada para el análisis no puede usarse luego para fomentar un cambio de sistema.

El tercer tipo de personas propone la adaptación al sistema en un primer plano (la adaptación es supervivencia) para una vez dentro del sistema proponer cambios que modifiquen sin sustituir nuestro actual sistema. No creo que el capitalismo sea el mal más grande de la tierra, tampoco creo que sea un bien celestial. Creo que habría que buscar fórmulas mixtas, hacer un capitalismo más humano, más social. Por supuesto que tiene que haber líderes que manejen el poder, pero líderes que se acerquen más a lo que las personas hablan en los bares, a lo que el sentido común dicta en las personas que buscan la felicidad. Todo esto sin embargo es difícil de explicar y plantea un montón de contradicciones. Aun así yo propongo adaptarnos al sistema, no agahando las orejas pero si utilizando ese sistema para llegar a un punto en el que uno pueda comprender el sistema actual para decir: oye, esto hay que modificarlo un poco y funcionaría mucho mejor. Los pequeños cambios son los que producen grandes movimientos.

Y aquí me despido hoy, sabiendo que si bien mis palabras a veces parecen confusas o contradictorias es debido a mi carácter humano, el cual es imperfecto como la vida misma.

Un saludo,

Carlos Oleaga




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