El relato "El niño con negros sensores ópticos" es para mí el mejor de los tres relatos que ya publiqué en el blog. Quizás no tan bueno técnicamente como los otros, pero la historia me gusta mucho y la utilizo frecuentemente en algunos poemas, en los que también se habla del inquietante niño con negros sensores ópticos. Como siempre os añado un tema musical que os acompañe en el devenir de su lectura, esta vez el grupo "And One" con su canción "Sometimes".
Míralo atentamente, susurra verdades en las calles mortales. Escudriña cada espacio con sus negros sensores. Un niño sin ojos, vidente digital de nuevas realidades.
Negra Capa y misterioso sombrero de vestidura casi electrónica, su torturado cuerpo surcado por multitud de circuitos y cables.
Escúchalo. Nos miraba y decía: yo nunca moriré. Así es mi corazón: cibernético; así mis manos digitales, así de binarios mis pensamientos.
Como sueño olvidado éramos polvo de delirios digitales, de negros sensores ópticos. Nos hablaba en símbolos de imágenes, de iconos, de figuras que nosotros descargábamos a nuestros sistemas a través de los vínculos que nos unían a sus sentimientos.
Un día se levantó y nos dijo: Alzaos y mirad a lo alto.
Ante nosotros se abrió un brillante cielo, vibrante y distante imagen. Los negros sensores ópticos iluminaban un rectángulo en aquel cielo. Era una visión seductora, de intensas emociones, néctar prohibido al robótico conocimiento.
El niño nos guiaba con sus negros sensores y volábamos hacia aquel extraño lugar.
Una vez desprendidos de placeres mundanos, miramos a sus negros sensores y atravesamos la luz que desprendía el rectángulo.
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